La decisión vuelve a poner a debate si las redes sociales deben dar las mismas expectativas de privacidad a internautas anónimos que a una figura pública.
Meter la pata en twitter es algo más habitual de lo que parece, pero lo cuando lo hace una figura pública cobra una mayor relevancia. Una indiscreción, un error ortográfico, una metedura de pata, una foto inapropiada… acciones desafortunadas a la hora de mandar un mensaje que una vez que se publican ya no hay marcha atrás. Se expanden a través de la red a velocidad de vértigo y se convierten en fenómenos virales. Es lo que se conoce como tuitidio. Ahora por primera vez, Twitter ha decidido castigar a quienes difunden tuits eliminados de otras personas.